REFLEXIONES

Paco era un chaval de 19 años, cuando un sábado unos colegas le fueron a buscar a casa de sus padres para hacer una calimochada.

30 años después sigue de fiesta y ni siquiera se ha acordado de llamar a sus padres para decirles que iba a llegar tarde (si bien, y en su descargo, hay que aclarar que se le ha acabado el saldo del móvil). Tres décadas después de aquel sábado de un mes de agosto, Paco se ha convertido en un tío famoso en su ciudad por ser más borracho y más sucio que las palomas. Lo mal que que puede sentar un mal vino y las consecuencias de no haber cenado antes de salir, quedan patentes en la foto.

Nuestras ciudades están llenas de tíos como Paco, que deciden dedicar su vida a la cata continuada de vino (sin escupirlo). Se trata de verdaderos sumilleres a los que nadie paga horas extras, pero a los que de vez en cuando unos sinverguenzas rocían con chorros de gasolina. La Fundación Yosi quiere desde aquí rendir un homenaje a todos los borrachos que, como Paco, dan alegria y color a los parques de nuestras ciudades, haciendo de España un país grande y avanzado.